sábado, 1 de agosto de 2015

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Hoy estuve más cerca del suicidio que nunca.
Estaba en el suelo, sobre un charco de sangre que se hacía cada vez más grande. Y lo pensé ¿qué me costaba reventarme otras cuantas venas más? Miré mis muñecas y me imaginé la nada absoluta después de que la vida abandonara mi cuerpo.
Entonces pensé en mi padre durmiendo tranquilamente en la habitación del fondo. Recreé la escena en mi mente: él despertando, bañándose, vistiéndose, entrando a mi habitación con la intención de  recorrer la cortina como todas las mañanas, viendo mi cama vacía, encontrando mi cadáver en el suelo.
No pude. Jamás podría romperle el corazón a mi papá.
De verdad deseo morir. Es lo único en lo que pienso, mi más grande anhelo.
Pero no puedo mientras él esté aquí.
¿Qué hago?